Mariana Baraj



Si el folclore nacional necesitaba un nuevo embajador para ingresar a la modernidad, aquí esta Mariana Baraj con el sonido renovador de sus coplas. Cantante y percusionista, se presenta en peñas de luz encendida tanto como en boliches oscuros. Sube a los escenarios junto a una caja chayera, pero se reposa en un conjunto de samplers.

En su casa de Buenos Aires recibió a Cosas Tuyas para hablar del recientemente editado Margaritas y Azucenas, de sus dos discos anteriores y de su pasión por el canto folclórico. Además, sorprende al recordar sus comienzos musicales en "Festilindo".

La relación con los sonidos y la música no sólo llegó a Mariana por las experiencias en su escuela de Once [ver "El coro o la flauta"], sino, por supuesto, por la herencia de su padre. Bernardo Baraj es desde hace 40 años uno de los saxofonistas más destacados del país, quien integró grupos de artistas tan disímiles como Leonardo Favio y Charly García.

"La música me acompaña desde siempre -ratifica la cantante-. Tengo la suerte de tener una familia musical, de haber vivido entre músicos, y la diversidad musical me acompaña desde chica. Haber visto de niña grupos que vinieron sólo una vez a la Argentina, como Wather Report, me impactó mucho. O haber visto a Hermeto Pascoal miles de veces, desde chica: es gente que te abre la cabeza. O sea que siempre estuve en contacto con la música, con músicos, hasta que luego empecé a estudiar con mi hermano Marcelo. La primera experiencia musical fue en "Festilindo". Tenía un amigo de mi papá que armaba los grupos de "Cantaniño" y siempre le decía a papá que traiga a sus hijos. Con mi hermano nos moríamos de ganas de ir, pero también de vergüenza…"

¿De que edad hablás?

No recuerdo, porque fue una incursión gradual porque nos daba vergüenza. Entonces, este amigo de papá le dijo que vayamos al jurado, a elegir a los chicos que cantaban, y así aceptamos. Fuimos y ahí sí nos copamos. Luego, cuando se armó Festilindo, nos dijeron que vayamos como solistas, pero no quisimos; aceptamos sólo ir al coro. Después nos re enganchamos; nos gustaba el canto, el baile, las coreografías y todo. Pero de a poco, porque moríamos de vergüenza por el protagonismo. Luego seguimos e hicimos unos videos con Rafaela Carrá. Eso también es parte de nuestro pasado…

¿En qué momento dijiste "me dedico a la percusión, a la música, al folclore"?

Creo que todo se fue dando de manera natural y gradual. Yo empecé a estudiar canto a los 15 años con Liliana Vitale, y a partir de allí comencé a probar con uno, con otro profesor. Y más o menos cuando tenía 19 años empecé a estudiar percusión, influenciada por mi hermano, que en ese momento estudiaba con Horacio López. Horacio tiene toda una apertura en cuanto a la música y el arte. Entonces yo, que quería estudiar batería, fui. Me dijo que estaba buena la idea de tocar la batería, pero que también estudiara otros instrumentos de percusión. Allí se me abrió un universo.

¿Escuchás música de percusionistas?

Una cosa lleva a la otra. Lo primero fue cantar, después estudiar percusión y, desde que comencé a estudiar, todo el tiempo estoy tratando de hacer algo, de encontrar gente para aprender cosas, buscar maestros… Apareció Iris Guiñazú, que para mí fue una gran influencia, quien en ese momento estaba haciendo unas clases grupales que me sirvieron mucho. Ella trabaja básicamente con la música de raíz y en esas clases trabajaba coplas y cantos con caja. Fue allí el primer lugar donde me aproximé al canto con caja. Fue algo que me marcó mucho, me abrió un panorama de donde salí diciendo "esto es lo que yo quiero hacer".



HACERSE CARGO

Antes de Lumbre (2002), su primer disco, Mariana Baraj ya había ingresado a los estudios de grabación en diversas ocasiones, invitada a sumar su registro en los proyectos otros músicos. Músicos que van desde la intérprete de folclore Liliana Herrero hasta el grupo de rock Todos tus Muertos, lo que ilustra el amplio abanico de artistas que contaron con su participación.

¿Sos una artista de fusión?

Yo ceo que el color de la música está relacionado con la fusión, con la idea de tomar cosas de distintos lugares. Un poco, eso se da por mi formación o deformación de haber escuchado, estudiado y tocado con uno y otro… y creo que sí, que la música termina conformándose de eso: un poco de acá, otro poco de allá.

¿Cómo fue el proceso del primer disco?

Fue raro y difícil. Tuvo que ver con pasar a otra etapa. No cerrar una etapa, pero sí dejarla un poco en stand-by. Hacerse cargo de muchas cosas. Lo que más me costó fue llevarlo a cabo y hacerme cargo de eso. Asumir que había algo que estaba madurando, a pesar de que yo ya venía haciendo todo un trabajo. Sabía que en un momento iba tener que dar un paso que iba a estar bueno a nivel personal. Pero me costó. Y te aseguro que tengo un dinero invertido en terapia... Nada fue fácil.

¿Que tema de Lumbre es el que más querés?

El que abre el disco, "Yo soy como el tigre viejo", que es una recopilación de Leda Valladares. Es el que más me acompañó a lo largo de este tiempo y el que me ha llevado a recorrer caminos impensados. Cuando uno graba el disco y elige un repertorio, está lejos de cualquier cosa especulativa. Cuando yo lo elegí para abrir el disco me encantó lo que pasaba con ese tema. Después, todo lo que pasó es algo que no deja de sorprenderme.



Foto Lezano/Arpesella Direccion de Arte Martin Churba


POR EL MUNDO

Los discos de Mariana Baraj fueron incluidos velozmente en lo que se conoce como "World Music", especie de gran género global que busca potenciar los sonidos regionales de cada género particular. Esto le permitió realizar algunas giras internacionales que la pasearon por escenarios de Alemania, España, Japón y Eslovenia.

La intérprete recuerda especialmente la primera salida del país, a un festival en Salvador de Bahía, Brasil: "Fue algo muy hermoso. Pasó hace mucho, pero es un recuerdo muy presente dentro mío. La gente recibió las canciones muy bien. Fue algo muy especial porque yo estaba en un momento muy raro de mi vida personal. Pero salió el disco y al toque lo seleccionaron de este festival y tocamos en un teatro hermoso donde tocaron los grandes músicos de Brasil. Fue impresionante. Recuerdo que al momento de salir a tocar yo tomé conciencia de esa cuestión de identidad que tiene ellos, los brasileros, y dónde colocan a la percusión y el canto. Yo estaba por salir a tocar y pensaba: 'qué fuerte' y no sabía cómo lo iban a recibir."

Luego de recoger excelentes críticas y trabajar intensamente, en el año 2005 llegó
Deslumbre, su segundo disco.

¿Te costó menos armarlo?

No, me costo más. Lo que pasó con
Lumbre es que, cuando se llegó a grabar, el disco ya estaba muy tocado. Con Deslumbre fue todo lo contrario: habían cambiado algunos integrantes del grupo, la elección del repertorio fue más difícil.

Acaba de salir tu tercer disco, Margarita y Azucena. ¿Por qué lo llamaste así?

Son varias cosas. Un poco tiene que ver la elección del repertorio y un poco, el trabajo de Lisandro Aristimuño como productor y arreglador. Tiene que ver la forma en que fue grabado, tiene que ver el trabajo de Lisandro para que yo me relacione con los temas desde otro lugar. Creo que todo tiene que ver con todo. Creo que también tiene que ver con Martín Churba trabajando el arte y la imagen. Creo que todo fue más colorido.

En este disco se destaca "Invocación", de Bobby McFerrin, con unas coplas de tradición folclórica.

Ese tema fue una propuesta de Lisandro. Yo tenía una versión muy buena del tema y un poco se armó con el motivo melódico de "Invocación", de Bobby. Pero, a la vez, es como una especie de collage. La esencia o el hilo conductor de ese tema es la voz de una cantante de Bolivia que se llama Luzmila Carpio, que está sampleada. A eso le sumamos la melodía de Bobby y también unas coplas anónimas.

¿Por qué incluiste "Margarita y Azucena", el tema que da nombre al disco?

Es una recopilación de Leda Valladares y para mí tiene muchos sentidos. Es una especie de homenaje a Leda. El trabajo de recopilación requiere de mucha energía y por momentos se pone muy complejo para llegar a los lugares y lograr que la gente abra el corazón para hacerte partícipe de esa energía. Es un trabajo muy profundo, que requiere de múltiples esfuerzos. En ese sentido, este disco me gusta plantearlo como un homenaje a ella. También me gusta mucho la copla llamada "Margarita y Azucena". Me gusta el color de esa copla, que habla de cómo uno puede llegar a someterse por amor. Y habla de cuán variadas situaciones uno puede llegar a pasar, todo por amor. También me gustan esos dos nombres de mujeres, de flores…

Margarita y Azucena In

EL CORO O LA FLAUTA

¿Un profesor de piano te dijo que no servías para la música?

Sí, es verdad, pero por suerte hice oídos sordos a su expresión. No sé si me dijo que no servía, pero sí recuerdo que era un maestro muy exigente, y ahora creo que muy poco conectado con lo que es realmente la docencia. Que un profesor te diga algo así, según la personalidad de cada uno, puede ser algo que te marque mucho. Por suerte mi fortaleza permitió que siga, pero hay personas que hubieran dicho "no sirvo para esto". De todos modos, es algo bastante común, por lo menos en aquella época. Si cantabas bien te mandaban al coro y si cantabas mal te enchufaban la flauta dulce. Creo que eso fue cambiando un poco, porque yo creo que si todos tenemos voz es por que tenemos la posibilidad de cantar.

Hablaste de la escuela, ¿allí ya te hacían cantar o tocar?

Pasé por todas las instancias: cantaba y también tocaba la flauta dulce. Pero había como una cuestión un poco discriminatoria, donde el que afinaba podía llegar a estar en el coro, pero el que no, no. Ahí ya radican cuestiones y problemas que la gente tiene para cantar: siente que si no puede afinar o canta mal, no puede cantar. Eso ha ido cambiando y hoy hay gente con otro concepto, que muchas veces hace que se relacione a los chicos y la música desde otros lugares, desde el juego, o de un lugar más creativo.




Redacción: Federico Randazzo
http://www.eter.com.ar/contenidos/cont_baraj.html

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