Lisandro Aristimuño





CONFESIONES DEL NIÑO FONOLA

Llegó de Viedma en 2001 y, en pocos años, cautivó con sus canciones al público y la crítica.
Mientras presenta 39º repasa sus amores, sus fobias, sus sueños, sus juegos.

"Ya arrancó el niño fonola; no para más". Siempre alguno disparaba el chiste. Poco tiempo había pasado desde que ese adolescente que ahora tocaba la guitarra en una reunión de amigos descifrara los primeros acordes de una canción. Poco tiempo pasaría para que aquel mismo adolescente, apenas un poco más grande, se hiciera un lugar destacado dentro de la floreciente camada de neotrovadores que pulula por Buenos Aires.

Había nacido en Viedma, de padre músico y madre actriz, cuando aún flotaba en el aire la euforia del Mundial '78; pasó su infancia en Luis Beltrán, un pequeño pueblo de la isla de Choele Choel; se sumó a un grupo que hacía
covers de rock nacional llamado Marca Registrada (un "repertorio radiofónico", recuerda) y se mudó a Buenos Aires detrás de un amor.

Hoy, Lisandro Aristimuño tiene 28 años y tres discos en la calle -
Azules turquesas, Ese asunto de la ventana y 39º (todos editados por Los Años Luz)- que no dejan de recoger elogios e intentos frustrados por definirlos. "Hay gente que dice que hago folclore, gente que dice que hago pop, tecno, eletrónico, folk", detalló en Cosas tuyas, el ciclo de entrevistas conducido por Adrián Gargiulo por Radioeter. Un vistazo a ese mundo de géneros cruzados se puede echar enwww.myspace.com/lisandroaristi.

El cantante patagónico no es lo que se dice un tipo convencional. Asegura que, de chico, disfrazaba a He Man de John Lennon para jugar a que era músico. Y vuelve a sorprender cuando se le pregunta qué música lleva cuando se va de viaje: "Mucha música de Islandia, mucha música japonesa. Música sobre todo muy ambiental. Esa que te deja abierto todo para que vos lo utilices a tu manera. Hay una banda que se llama Sigur Rós, de Islandia, que no tiene idioma. Es decir, cantan en un idioma inventado por ellos. Es música que a mí me transporta muchísimo. Me hace crear. Me llevo cuadernos para dibujar o escribir cosas que me da la música."


A comienzos de mayo hiciste un recital con Liniers, un dibujante. ¿Cómo es eso de tocar y que otro dibuje a tu espalda?

Esa fue una idea de Liniers. Es un amante de la música, aparte de ser un gran dibujante e historietista. Él labura mucho con Kevin Johansen, en sus conciertos. Va dibujando las letras con la computadora. Lo nuestro fue distinto porque pintó un cuadro sobre tela. Me invitó y le dije que sí porque es alguien a quien que admiro y es, aparte, un amigo. Me dijeron que fue muy hermoso.


¿Cómo fue venirte a Buenos Aires en 2001, justo en ese año tan complicado?

Me vine siguiendo a una mujer, que ahora es mi mujer. Ella se vino a estudiar y yo la extrañaba mucho. El 2001 fue muy duro porque no se editaban discos. Yo vine con el demo de
Azules turquesas, y me miraban con cara de "¿quién te creés que sos? No saca ni Diego Torres un disco, ¿lo vas a sacar vos?" Encima no tenía un respaldo. Era yo el que llevaba el demo e intentaba comunicarme con el más alto de los cargos. Obviamente, no me daban bola. Entonces empecé a repartir el disco por todos lados.

Pero en realidad vine a Buenos Aires siguiendo a mi mujer. Igualmente, en algún momento iba a venir porque en Viedma, o en el Interior, es muy difícil hacer estos temas. Cuando iba a pedir para tocar mis canciones en Viedma, en la última etapa que estuve ahí, era muy difícil: me preguntaban de quién hacía temas. Porque a la gente que consume música le gusta ir a escuchar las canciones en vivo de los discos que tiene. Entonces tienen el CD de Maná y quieren escuchar a uno que toque Maná. También tiene que ver con que es muy difícil que lleguen artistas al Interior con sus propios temas. Entonces, ellos quieren tener la sensación de que están viendo a Maná.


¿Ya viniste desde Viedma con una valijita llena de canciones o despuntó todo acá?

Surgió acá. Tenía muchas canciones hechas en Viedma, pero me resulta mucho más interesante componer en el lugar donde estoy. De alguna manera, el disco es como un diario personal. De hecho, tengo muchas canciones viejas que no las volvería a sacar porque no tienen que ver con lo que estoy viviendo ahora. Las canciones que traía de Viedma eran muy adolescentes. Yo acá quería hacer algo de lo que me estaba pasando y
Azules turquesas es eso. Igualmente creo que es el disco más sureño de los tres. Por el hecho de que cuando me vine acá extrañaba muchísimo la tranquilidad del pueblo, el aire, el río a dos cuadras, el césped.

¿Qué es Ese asunto de la ventana, tu segundo disco?

Es la segunda parte. Digamos que el diario continuaba. Para mí los tres discos son como una trilogía, en realidad. Podría haberlos sacado juntos en una cajita, porque están muy relacionados entre sí.
Ese asunto de la ventana es un poco mi vida en la ciudad, que me empezó a enfermar un poco. Todo ese disco lo hice observando la vida a través de una ventana. Me agarró como una fobia de no poder estar con mucha gente alrededor, no salir a la calle, tener como miedo. Esas canciones me sirvieron para ver las cosas desde otro plano. Me imaginaba historias del vecino del edificio de enfrente, el pedacito de cielo que aparecía en un ángulo, nada más. O el sol que entra en determinado momento del día. Son cosas que la gente piensa que son comunes, pero para mí eran muy fuertes. 39º, el último disco, habla de transformar las cosas desde un punto de vista más artístico: delirar, poder ver las cosas no tan comunes, buscarle el juego. En algún punto, me hace acordar a cuando era chico, cuando agarraba un muñeco, pensaba que era una persona y me creía la historia. Creo que la música, o por lo menos lo que yo quiero lograr con la música, es volver a esa sensación de poder ser una planta o poder ser otra cosa. Jugar a ser objeto: una pared, el aire...


"La música es volver a esa sensación de poder ser otra cosa".

¿A qué jugabas, realmente, cuando eras chico?

Un poco a lo que juego ahora. Lo único diferente es que no hacía canciones. Jugaba a ser músico, a ser cantante. La típica de poner el palo de escoba para que sea mi micrófono y encerrarme en mi habitación a rocanrolear haciéndome el Lennon. Mis grandes ídolos eran músicos, no eran jugadores de fútbol, ni Superman, ni Batman. Incluso me acuerdo que tenía muñecos de He Man que para mí eran John Lennon y no He Man. Lo vestía con ropa blanca y larga para taparle los músculos. Era una locura.


¿Cuál es tu método creativo?

Voy escribiendo canciones, pero jamás las pienso para un disco. Hago muchas canciones y después voy viendo cuáles pongo, cuáles no. Lo hago, más que nada, naturalmente. Es un placer personal. Aunque no sacara discos y no tocara en vivo, lo seguiría haciendo igual.


¿En qué momento decís "voy a sacar otro disco"? ¿Te ponés tiempos?

No. Por ejemplo, Azules turquesas fue en 2004 y Ese asunto de la ventana, en 2005. Pero para39º estuve un año haciendo el disco y también otras cosas. Estoy intentando meterme en otras ramas de la música: acabo de producir el nuevo disco de Mariana Baraj. No sé si me interesa tanto sacar discos. Los saco como una forma de desprenderme de esas canciones y que tengan algún formato para que las pueda ver. Y también para poder desahogarme y que el agua siga su fluidez. Al sacar un disco puedo volver a pensar en otras canciones o incentivarme otra vez. No puedo tener todas esas canciones en la computadora de mi casa.


Hace poco, en una nota, Chico Buarque dijo que con tanto disco tributo, tanta copia de copia, el género canción está muerto. ¿Vos que opinás de esto?

Para mí está vivo, como siempre, y en este último tiempo he escuchado canciones increíbles. No sé qué pasará en Brasil, pero acá me parece que no. Hay gente que se llena la boca hablando de cosas y realmente no se interesa por lo que pasa. Yo soy un tipo al que le interesa mucho encontrar cosas nuevas y estoy buscando todo el tiempo. Voy a conciertos, veo qué se está tocando en las plazas, pregunto cosas en las disquerías. Hay veces en que la gente quiere decir algo importante sin pensar un poco las cosas. Yo lo admiro mucho, pero no me parece que porque sos Chico Buarque tenés razón. A veces me pasa con Charly o con Spinetta o Fito, que son tipos que admiro muchísimo, pero tampoco hay que hacerles tanto caso. Porque incluso son tipos que no salen de su casa. ¿Qué tanto sabés de la nueva música si no salís de tu casa, estás ahí adentro y vivís en tu mundo? Decir cosas así es como muy fuerte. Por lo menos a mí me causan un poco de bronca. Yo me siento parte de esta nueva generación de músicos que estamos saliendo. Te puedo nombrar miles y voy a nombrar algunos para que la gente sepa: Gabo Ferro es una persona que está haciendo canciones de puta madre, Pablo Dacal, Coiffeur, Ezequiel Borra… Me darás mil hijos es una banda que hace canciones hermosísimas. Yo no sé si Chico Buarque escuchó eso.


ARISTIMUÑO TEXTUAL

La creatividad:
"Yo creo mucho en mi creatividad, me respeto mucho en eso. Hay músicos que piensan que eso es vanidoso. Para mí es todo lo contrario. Hay que cuidar esa parte creativa porque es lo que hace que la gente normal se emocione o sienta otras cosas."

La independencia:
"Ser un artista independiente me hace mucho más feliz, porque puedo pensar las cosas a mí manera: poner las tapas que quiero, poner las canciones que quiero. Si quiero poner treinta, pongo treinta. Si quiero poner cinco, pongo cinco. La duración, cómo tocar en vivo, qué ropa ponerme. Las multinacionales están haciendo las cosas muy mal y hay músicos que parecen una lata de Coca Cola. Me gusta la comunicación a través de las canciones. En mi vida cotidiana hay cosas que me cuesta trasmitir y la música me parece un buen canal para hacerlo."

No hay comentarios: